HASTA EL CHARCO DE LAS RANAS
Eran las quince y faltaban tres minutos
En el reloj de mal gusto de este pueblo
Para saludar al más guapo del pueblo
Que aseguraban era grave
Y se parecía todo al Asno de Sileno.
Todos rebuznábamos con esfuerzo
Pidiendo que se apareciera a nosotros
De una vez por todas.
La puerta, con sus luces
Parecían las estrellas esparramadas
De la Constelación de Cáncer
O del Escorpión.
El aparecería, decían las buenas gentes
Entre el principal espacio
En la entrada de la puerta
Su cabeza colocada sobre un pesebre.
¡Ya llega ¡ ¡Ya se muestra ¡ ¡Ya viene¡
Por debajo del pesebre
Apareció una gran verga
Marcada con las letras V y E
Vuestra Excelencia.
Todos quedamos asombrados
Menos los niños y niñas que echaron a correr
Por el odio y asco que tenían
A los Asnos de Clerecía.
-Es Baco o Vulcano
Dijeron unos
-No, es Dios o Ptolomeo
Dijeron otros.
No, dijeron casi todos:
-¡Es Ptolomeo, el setero o micólogo del pueblo
Que elige muy bien las setas
Y persigue a las mujeres
Por las calles de las bodegas del Cotarro
Con la picha fuera y erecta ¡
-Esta no es su casa
Le gritamos todos.
-Es que pasaba por aquí, nos dijo
Rebuznando y tirando pedos.
Pedos tan grandes y estupendos
Que al mismo Demonio
Que estaba escondido
Detrás de un contenedor de basura
Le hizo subir a la Iglesia
Al instante, tocar las campanas él solo.
Algunos habían traído perros
Otros, sus Asnos.
Inesperadamente, Asnos y perros
Se pusieron a auto inmolarse
Como hacen en los Congresos
Los semejantes y sus contrarios.
Con coces atacan los unos
Con mordidas los otros.
-Qué bélico clamor decían todos los de pueblo
Siguiendo a Ptolomeo
Como los ratones al Flautista de Amelín
Hasta el charco de las ranas
Donde los principales del pueblo
Refrescaron la hinchazón
De su instrumento
Que quedó como un gorrioncillo muerto.